- Título: メイドカフェぶろっさむ –Maid Café Blossom–
- Autor: S.A.A.
- Editorial: Gentôsha
- Revista: Magna (revista on-line)
- Años publicación: 2008
- Clasificación: shôjo, moe
- Tomos: 1

La última vez que estuve en Japón, en abril de este año, aproveché para saldar una cuenta pendiente y me metí en un par de "maid cafés" para ver de qué iba la cosa. Como sabéis, los maid café son unos establecimientos que se han puesto muy de moda desde hace tres o cuatro años y consisten en cafeterías donde las camareras van vestidas de sirvienta clásica: grandes faldas, muchos "frufruses", diademas, etc. ¿Una tontería? Pues sí, pero a los otaku japoneses les ha hecho gracia, hasta el punto de que han proliferado mucho estos establecimientos, sobre todo en la zona de Akihabara, la Meca de la electrónica y el otakismo. Cuando entras en un maid café, las chicas te saludan con un okaeri nasaimase, goshujin-sama (bienvenido de vuelta a casa, señor), como si fueras el amo de la mansión donde las sirvientas se encargan de hacer tu vida más fácil. En fin, no comment.
Mis dos experiencias fueron curiosamente muy distintas. La primera fue en Akihabara, donde fui solo. Era un establecimiento bastante pequeño y además, con mucho humo (en Japón se permite fumar en casi todos los establecimientos, aunque en general la gente es muy respetuosa). Las camareras, vestidas de "maid", por supuesto, me parecieron muy simpáticas, pero francamente no eran las más bonitas del mundo. El precio de la consumición me pareció francamente barato; había oído que en estos sitios suelen cobrar muy caras las consumiciones, pero en este caso no era así. Curiosidades: me pedí un café y la chica puso el azúcar y lo mezcló con el café con la cuchara por mí con actitud "servicial" (XD); si querías sacar una foto, te cobraban 500 yenes por una Polaroid hecha por ellas (¡vaya negocio!); y lo más friki fue que, en un momento dado, una maid se subió a un pequeño escenario que había al fondo y se puso a cantar una canción otakki en plan karaoke (cantar, no cantaba muy bien, pero las poses kawaii y tal que ponía eran para fliparlo). Luego, viendo más a fondo la carta, vi que si pagabas un precio (no recuerdo cuánto, pero era carillo), podías designar a la maid que quisieras para que cantara una canción para ti. ¡Uofh!
El segundo maid café al que fui estaba en Ikebukuro, y fui acompañado por Alberto, amigo desde hace años y coautor de la serie Kanji en viñetas (¡ey, acaba de salir el segundo tomo! ¡No os lo perdáis!). Aquí la cosa fue muy distinta. Para empezar, el sistema era muy diferente. Pagabas una "entrada" de 2500 yenes (bastante caro para el capricho, la verdad) y, durante una hora y media, podrías tomar todas las bebidas que quisieras. En fin, entramos y aquí la cosa fue más curiosa. Primero, porque ese día las chicas (bastante más monas que en el otro sitio) no iban de maids. Nos contaron que un día al mes celebraban un "día cosplay" en el que iban disfrazadas de lo que sea (se ve que lo decidían entre ellas por turnos): justo aquel día era el "día cosplay" e iban todas con vestidos clásicos chinos... ¡Tremendo! En fin, aquí el ambiente era muy distinto: más acogedor, más espacioso y más silencioso. La carta era una preciosidad, llena de dibujos hechos a mano por las chicas y también con textos, fotos y auto presentaciones de las maids (en plan "¡hola! Me llamo Kei y nací el tal del tal del año tal. Mi comida favorita es el curry y me encanta jugar al tenis", etc.). Las camareras iban visitando las mesas asiduamente y daban conversación a los clientes, lo que estaba muy bien para poder hablar con ellas y preguntarles cosas (¡Alberto, el próximo día no te cortes tanto! ¡Que no muerden! ^_^). ¿Y la clientela? Pues igual que en el otro sitio: todo chicos, de entre 20 y 40 años, y más raros que un perro verde, con una pinta de frikis que tiraba de espaldas. Había uno que se debió de gastar un montón de pasta ese día: se sacaba fotos con ellas (cada foto, 500 yenes), jugaba a las damas con ellas (cada partida, muchos yenes), pedía postres súper caros hechos a mano y con corazoncitos escritos, etc. ¡Madre mía, el tío!
En fin, que fueron dos experiencias francamente interesantes para conocer más de cerca uno de los aspectos "raritos" del Japón moderno. ¿Recomendado? Sí, claro, pero aseguraos de que si vais, o habláis japonés o vais con alguien que sepa japonés. Si no, no se vive igual la bizarrada. Y a lo que iba: en la carta tan mona del segundo establecimiento, el de Ikebukuro, había caricaturas muy bien hechas de las maids y se me ocurrió preguntarle a una que de dónde habían salido. Y ella me dijo que las había hecho una chica que había trabajado ahí, que de hecho acababa de publicar su primer manga. E inmediatamente vino con un tomo del manga que reseño en esta ocasión.
Efectivamente, Maid Café Blossom es un manga sobre maids realizado por una ex maid. Me pareció tan interesante la cosa que al día siguiente no pude resistirme a buscar y comprar el único tomo del que consta. El manga es bastante chorras, pero no está mal. Nos cuenta la historia de Sakura, una chica de pueblo que decide ir a probar suerte a Tokio, la gran capital. Nada más llegar, sin sitio adónde ir, acaba en Akihabara y allí se desmaya por no haber comido ni bebido nada en muchas horas. Un chico bastante rancio la recoge y le da un poco de comida en su establecimiento, una cafetería de las de antes. El caso es que la cafetería, pese a estar en Akihabara, va muy mal y el chico se está planteando cerrar. Ni corta ni perezosa, Sakura decide que le ayudará, toma una pila de panfletos de la tienda, y sale a la calle a repartirlos. Allí, tiene la suerte de conocer a una chica vestida de maid que reparte panfletos del maid café en el que trabaja. Esa chica (que no vuelve a salir), le presta un traje de maid y le enseña a repartir los panfletos de modo que los transeúntes los cojan.
Pronto, cómo no, la cafetería se llena de clientela y, aunque rehacio al principio, el chico decide convertirla en un maid café. Poco a poco, entre los dos van fichando a más chicas para aumentar la plantilla de maids y, entre todas, vivirán "grandes aventuras" (nótense las comillas y léanse con tono irónico). Como he dicho antes, el manga no es la octava maravilla del mundo pero se deja leer. Su principal atractivo es que su autora, que firma con el seudónimo S.A.A., fue maid en su tiempo y retrata fidedignamente el día a día de las maid, lo que lo hace una lectura interesante. Las historietas en sí son regularcillas pero entretenidas.