lunes, 29 de junio de 2009

Museo conmemorativo Osamu Tezuka

  • Nombre del museo: Museo conmemorativo Osamu Tezuka
  • Dirección: Mukogawa-chō 7-6-5, Takarazuka-shi, Hyōgo (Google Maps)
  • Cómo ir: A unos 10 minutos a pie de las estaciones Takarazuka (líneas Hankyū Takarazuka y JR Hyōgo) y Takarazuka-minamiguchi (línea Hankyū Takarazuka)
  • Precio: 500 yenes (adultos), 400 yenes (estudiantes) o 100 yenes (niños)
  • Horario: De 9.30 a 17.00. Admisiones hasta las 16.30. Cerrado los miércoles no festivos y la época de fin e inicio de año, además de otras ocasiones excepcionales.
  • Web (solo en japonés): http://tezukaosamu.net/jp/museum/index.html


Después de presentar al museo más pionero dedicado al manga, el Museo municipal de arte tebeístico de Saitama y el segundo en liza, el Museo de Arte Machiko Hasegawa, es justo seguir esta serie dedicada a museos y lugares relacionados con el manga con el centro dedicado al mismísimo “dios” del manga, Osamu Tezuka.
Este museo, llamado en japonés 手塚治虫記念館 Tezuka Osamu Kinenkan, es decir, "Museo conmemorativo Osamu Tezuka", en inglés recibe el nombre oficial de The Osamu Tezuka Manga Museum. Fue inaugurado en 1994, cinco años después de la muerte del autor más influyente en el cómic de Japón. Destaco la fecha porque, para mí, marca el pistoletazo de salida para la construcción de numerosos otros museos, centros y demás dedicados a dibujantes de manga, muertos o vivo, por toda la geografía japonesa, como por ejemplo los dos museos dedicados a Shōtarō Ishinomori, uno de los cuales ya comenté en este post o muchos otros que iré comentando en próximas ocasiones.

La entrada del museo

No sé si vale la pena explicar mucho sobre este museo, ya que si habéis estado en Japón probablemente lo habréis visitado, y si no pues seguramente habréis leído artículos o visto fotos sobre él en varios medios, ya que se trata de un lugar bastante bien conocido “otakumente” hablando. Para mí, se trata de un lugar especial, ya que he estado en él por lo menos cinco o seis veces. La primera fue en 1999, en mi primera estancia en Japón, cuando vivía en Kioto, y más tarde, a partir de 2002, como estuve viviendo tres años en la zona de Ishibashi, a solo 20 minutos en tren de Takarazuka, muchas veces fui para acompañar a amigos a visitarlo o simplemente para dar un paseo. Así, se podría decir que “me lo sé de memoria”.
El museo, como acabo de decir, está en la ciudad de Takarazuka, que es donde el autor se crió al mudarse allí sus padres cuando él era aún muy pequeño. Takarazuka es fácilmente accesible desde Osaka (unos 35 minutos, directo desde Umeda en los trenes Hankyū) y desde Kioto (una hora y pico, transbordos incluidos, desde JR Kyoto con JR o desde Kawaramachi con Hankyū).

Techo decorado con algunos personajes tezukianos, con Astroboy en el centro

En Takarazuka, Tezuka desarrolló dos de sus grandes pasiones: los insectos y el teatro-cabaret de estilo Takarazuka. El chaval se pasaba horas persiguiendo a mariposas y escarabajos por los bosques de Takarazuka y luego los clasificaba, los dibujaba y los estudiaba. Le gustaban tanto que incorporó el kanji de “insecto” (虫) a su seudónimo como autor, es decir 手塚治虫 (Tezuka Osamu). En realidad se llamaba 手塚治, que se lee exactamente igual, “Tezuka Osamu”.
En cuanto al teatro-cabaret de Takarazuka, es un invento bastante particular, ya que es un tipo de teatro musical extremadamente kitsch en el que solo participan mujeres, incluso para los papeles de hombres. Este teatro gustaba muchísimo a Tezuka y a su madre, algo que serviría de inspiración años después para crear el gran icono del manga shōjo Ribon no kishi (La princesa caballero / Chopy y la princesa).

Un joven lector del dios del manga

En fin, vamos al museo en sí. Recomiendo bajar en la estación de Takarazuka más que en la de Takarazuka-minamiguchi. Aunque pueda parecer que la segunda está más cerca, en realidad más o menos las dos están a la misma distancia. Lo bueno que tiene bajar en Takarazuka es que para llegar al museo tienes que pasar por una avenida de lo más sui generis (la arquitectura de los edificios de la zona es de risa) y también pasar por delante del famoso Teatro-Cabaret de Takarazuka. Con suerte, igual ves pasar a una de las actrices, seguida por un montón de mujeres (las fans suelen ser femeninas) que la siguen con gran reverencia y en silencio, sacando fotos de vez en cuando pero sin decir ni pío. Yo lo vi un día y no podía casi aguantarme la risa de lo esperpéntico del espectáculo.
El edificio del museo no es gran cosa. Destaca una cúpula pintada con los colores del arco iris y poco más. La entrada está bastante bien, ya que en el pequeño jardín destaca por encima de todo una gran estatua del ave fénix (hi no tori) en la que es obligatorio sacarse una foto. En el suelo veremos las huellas de las “manos” de varios personajes de Tezuka, entre ellas Astroboy, Black Jack, Zafiro, Mostacho, etc...

La estatua del fénix (iz.) y un niño comparando su pie con la huella de Dororo (der)

Una vez dentro, pagamos la entrada y nos recreamos en la decoración del vestíbulo, con un gran Astroboy en el techo, y las paredes y el techo decoradas en plan medieval, siguiendo la estética de Ribon no Kishi. Justo delante, una estatua de Astroboy que nos da la bienvenida, una pequeña vitrina con merchandising vintage relacionado con las obras de Tezuka, y un ascensor y unas escaleras, que van arriba y abajo.
Pero antes, pasemos a la izquierda, donde una especie de cápsulas de cristal nos cuentan, mediante objetos, la vida y obra de Osamu Tezuka. Entre varios objetos expuestos, recuerdo vivamente las gafas de pasta y la boina tan entrañables que siempre llevaba el autor, varios originales de sus obras y también cuadernos de apuntes de cuando, de niño, dibujaba insectos o creaba sencillos cómics que ya contaban con una calidad increíble para la época y la edad del chaval. Esta zona, pese a que es pequeñita, es la más interesante del museo, al menos para mí. La lástima de todo esto es que, pese a tratarse del museo dedicado al “dios” del manga, todos los textos, incluido el sencillo catálogo que venden, están en perfecto japonés. ¡Incluso la web está solo en japonés en pleno año 2009! La verdad es que esto me parece bastante penoso.

La zona de exposición principal

Destaco asimismo un televisor puesto al fondo de la sala donde varios mangaka, algunos de ellos ya difuntos (como Ishinomori o Fujio F. Fujiko) hablan sobre Tezuka. También en japonés a pelo, claro. Y finalmente, al fondo de esta primera planta hay un pequeño cine donde se pasan algunos cortos que solo se pueden ver aquí. La primera vez que fui, en 1999, vi un interesantísimo documental sobre Tezuka, pero desde entonces lo han sustituido por estos cortos que, a ver, mal no están, pero a mi modo de ver tampoco resultan tan interesantes como aquel documental.

¡Las legendarias boina y gafas!

Siguiendo la visita, pasamos a la planta superior, donde lo primero que vemos es una zona en la que se realizan exposiciones temporales no necesariamente relacionadas con Osamu Tezuka. Que yo recuerde de haber ido, una vez había una sobre Takashi Yanase (autor de Anpanman), otra sobre el anime de Astroboy de 2003, que estaba a punto de estrenarse, y la última vez que fui había una que me encantó sobre adaptaciones manga de obras de Tezuka realizadas por otros autores, con (agárrense que vienen curvas) originales de Pluto de Urasawa. Dios mío, si las páginas de Urasawa impresas en un tomo ya quitan el hipo, ¡los originales son IMPRESIONANTES! ¡Qué nivel de detalle le pone el tío en cada viñeta, madre mía...! He revisado mi archivo de fotos y no encuentro ninguna de Pluto, por lo que deduzco que las fotos en esa zona estarían prohibidas aquel día... ¡Mecachis!
El día de la exposición de Astroboy, por cierto, fui por una frikada muy-muy grande. Concretamente, era el día 7 de abril de 2003... ¡El día en el que nació Astroboy según especificó Tezuka en la historia original dibujada en los años 50! Me hacía ilusión ir al Museo Tezuka aquel día en concreto, porque esperaba que se realizaría algún evento especial, pero no. Como mucho, había uno disfrazado de Astroboy paseándose por ahí y un pequeño montaje en el que se veía a un muñeco de Astroboy levantándose de la mesa de operaciones donde fue creado, pero creo que esto no era más que atrezo para la exposición sobre el anime de Astroboy y no tenía demasiado que ver con el día nacimiento en sí. Qué sosos son los japoneses a veces, ¿eh?

La biblioteca (arriba) y el nacimiento de Astroboy (abajo)

Bueno, un poco más allá se encuentra la tienda de recuerdos, con merchandising de Tezuka que no resulta tan especial ya que se puede encontrar en otros lugares. También hay una biblioteca con la obra del autor (incluidas ediciones extranjeras, entre ellas las españolas de Buda, Black Jack o Adolf) en la que uno puede coger el libro que quiera y leerlo libremente. Y, para entretenerse, unos ordenadores con un montón de información sobre Tezuka, incluidos juegos y episodios y cortos de anime que realizó su estudio de animación. Para finalizar la visita a esta planta, una pared repleta de portadas de obras suyas y unas mesas en las que, tras comprar un refresco o un café en una máquina expendedora, puedes sentarte a tomarte un respiro.

El taller de anime está supervisado por un modelo a tamaño real de un caricatuzado Tezuka

Finalmente, bajamos las escaleras (o usamos el ascensor) y pasamos a la planta inferior, el sótano, que está ocupado íntegramente por una especie de estudio de animación capitaneado por una figura a tamaño real de Osamu Tezuka, versión caricatura. En este estudio puedes realizar tu propia animación y está casi siempre lleno de niños. Esto es lo que más ha cambiado en el museo, ya que en mi primera visita lo único que había eran unas mesas de luz. Las azafatas te daban varios papelitos en los que tenías que dibujar tu obra, procurando que el dibujo tuviera movimiento de un papel a otro, y luego ellas escaneaban los papelitos y montaban tu “anime”, que se pasaba en las pantallas de la sala. Actualmente, el proceso es por ordenador enteramente.

El antes y el después de la zona de confección de anime. En 1999 (arriba, sí ese soy yo XD) y en 2004 (abajo)

Pues aquí llega la visita. Se trata de un museo de tamaño mediano, que tampoco es gran cosa, pero no es una mala visita que tan solo ocupará medio día, desplazamiento desde Osaka o Kioto incluido. El gran problema de este museo, al igual que prácticamente todos los demás centros relacionados con el manga, es que está todo en japonés solamente, incluido el catálogo, por lo que o vas con alguien que sepa japonés, o te llevas algún libro escrito en español o inglés sobre Tezuka para ir siguiendo las exposiciones, o te resignas e intentas disfrutar de la visita “mirando los dibujitos”.
Bueno, ¿qué os ha parecido la visita? Aún tengo otros lugares relacionados con Tezuka que me gustaría comentar, por cierto, pero mejor lo dejo para otra ocasión. A partir de ahora seré menos “cuadriculado” en estos posts y simplemente comentaré lugares o museos sin ningún orden en particular, pero hasta este momento me sentía obligado a empezar “por el principio” con estos tres museos, el de Rakuten Kitazawa, el de Machiko Hasegawa y el de Osamu Tezuka. ¿Alguna preferencia en particular para la próxima visita?

Bonus track: una entrevista que me hicieron en un periódico japonés en 2003 cuya foto está sacada delante de la estatua del fénix

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lunes, 22 de junio de 2009

Penguin no mondai (Los problemas del pingüino)

  • Título: ペンギンの問題 –Penguin no mondai– (Los problemas del pingüino)
  • Autor: Yūji Nagai
  • Editorial: Shōgakukan
  • Revista: CoroCoro Comic
  • Años publicación: 2006-?
  • Clasificación: kodomo, humor
  • Tomos: 5 (en curso)


No son muchos los títulos del llamado kodomo manga o “manga para niños” que reseño en este blog, básicamente porque la gran parte de lo que hay en el mercado japonés que se engloba en este tipo de manga son o bien adaptaciones de grandes éxitos televisivos tipo Pokémon, o bien grandes operaciones de márketing como Duel Masters, o bien obras de humor bastante anodino e infantil (por supuesto, siendo manga infantil....), o bien adaptaciones o spin-offs de otras series, como la misma Doraemon (actualmente, por ejemplo, se publica una serie que se llama Dorabase que va de unos Doraemons que juegan al béisbol). Así, es complicado encontrar obras de kodomo manga que puedan resultar interesantes de leer, básicamente por los argumentos simplones y por los diseños de ojos enormes y pelopinchos exagerados que tienden a usar.
Pero Penguin no mondai es para mí la excepción que rompe la regla, porque pese a ser un manga de risa con personaje “carismático”, la verdad es que el humor que tiene es lo suficientemente burro como para haberme caído en gracia. La premisa del manga es que una especie de pingüino llamado Beckham Kinoshita (el nombre tiene ya un montón de guasa XDDDD) aparece un día en el colegio de Naoto Yamada con la intención de empezar a estudiar en él. A nadie excepto a Naoto parece extrañarle que haya un pingüino parlante que quiera ir a la escuela, y poco a poco vamos descubriendo la tremenda mala leche de Beckham. Porque el pingüino se las apaña para situarse en el centro de situaciones de lo más estrambóticas, siempre con el sorprendido Naoto como testigo de sus acciones y con un elenco de personajes que van apareciendo sucesivamente de lo más "rarunos". Por ejemplo, está un señor que lleva chistera y bigote, pero siempre va desnudo y sudoroso (!?) –aunque siempre se las apañan para que no se vean sus partes–, una viejecita de aspecto adorable con su bastoncito y todo pero que cuando se destapa resulta ser una tremenda maestra de las artes marciales, una ardillita, Michael Inoue (XDDD), que siempre pringa, etcétera. Además, es imposible saber qué es Beckham exactamente, porque a veces resulta que se transforma, o adopta otras personalidades, o se desdobla... Bueno, una absurdidad tras otra que hace que a mí esta serie me resulte bastante refrescante y divertida, más que nada por la cara de flipe que se le queda al anonadado Naoto cada vez que Beckham lía una de las suyas. Humor absurdo y un poco escatológico, de ese tan típico japonés. Por cierto, Penguin no mondai tiene anime (con episodios de 10 minutos solamente), un videojuego y en otoño se estrenará una película y todo en cines, por si queréis echarle un vistazo.


¿¿¿Un pingüino que se pela de frío en clase???

Es una pena que el manga infantil esté en general de capa caída en Japón y que por lo tanto haya tan poco cómic creado expresamente para los niños de 5 a 8-10 años aproximadamente. Es cierto que actualmente existe muchísima competencia en forma de televisión, videojuegos y demás, pero también es triste ver cómo se va perdiendo entre los niños la costumbre de leer revistas de manga. Aunque claro, esto no es una tendencia que haya empezado recientemente, sino que lleva como 20 años así. Hasta hace muy poco, incluso, la única revista de kodomo manga que aguantaba en el mercado era la CoroCoro Comics, con su personaje insignia Doraemon a la cabeza, que junto a las versiones manga de grandes éxitos del anime o los videojuegos como Pokémon, Beyblade o Super Mario Bros iba sobreviviendo.
Hace tan solo menos de dos años, sin embargo, la editorial Kadokawa decidió sacar una revista de kodomo manga para hacerle la competencia a la CoroCoro. El título de esta revista es KeroKero Ace y, como su nombre indica, se basa en el personaje de Keroro como buque insignia. En el pasado Salón del Manga tuvimos a Yoshikazu Yasuhiko, el autor(azo) de Gundam the Origin, como autor invitado. Con él le acompañaba un señor llamado Tomoya Hirao, que es el editor en jefe de la revista Gundam Ace, donde se publica Origin. Hirao es un tío estupendo, brillante en todos los aspectos, y con actitud y corazón de auténtico niño. La verdad es que hicimos muy buenas migas y pudimos hablar de muchos temas tanto durante la celebración del Salón del Manga como en mis dos sucesivas visitas a Japón desde entonces.
En una ocasión Hirao me contó todo este tema de las revistas de kodomo manga, y me comentó que KeroKero Ace (de la que también es editor jefe) había sido una apuesta personal suya, porque le daba rabia que cada vez menos niños leyesen manga y quería corregir esta situación. Así, convenció a sus escépticos jefes y empezó con KeroKero Ace. Pues se ve que la apuesta le fue bien y actualmente la KeroKero es una de las pocas revistas que arrojan beneficios de por sí, lo que es un logro increíble ya que la mayoría de ellas pierden dinero, que luego recuperan cuando las obras se recopilan en tomo. La verdad es que la KeroKero, además de orbitar alrededor de Keroro (con obras alternativas basadas en el universo Keroro, serie que se publica en la revista insignia de Kadokawa, la Shōnen Ace), está muy enfocada a los videojuegos, los juegos de cartas y al humor absurdo y de chistes bastante guarros, muy en consonancia con el carácter de su editor jefe y con lo que gusta a los niños japoneses actuales.
Entre las series que se publican en la KeroKero destaca, para mí, Un-P Sensei, obra de Hideki Oowada (¡autor de Mudazumo naki kaikaku y Gundam-san!) que va de un luchador justiciero que lleva un gorro en forma de mojón y en vez de calzoncillos lleva una taza de váter japonesa ^_^. Bueno, muy burro todo, pero es divertido, os lo aseguro. Aún no ha salido ningún tomo recopilatorio de Un-P Sensei, pero cuando salga os prometo reseña en este mismo blog. Otanoshimi ni!

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jueves, 18 de junio de 2009

Museo municipal de arte tebeístico de Saitama

  • Nombre del museo: Museo municipal de arte tebeístico de Saitama
  • Dirección: Bonsai-chō 150, Kita-ku, Saitama-shi, Saitama (Google Maps)
  • Cómo ir: A 5 minutos a pie de la estación Ōmiya-kōen (línea Tōbu Noda)
  • Precio: gratuito
  • Horario: De 9.00 a 16.00. Cerrado los lunes no festivos y la época de fin e inicio de año

Tal vez es justo que el Museo municipal de arte tebeístico de Saitama, o Saitama Shiritsu Manga-kaikan さいたま市立漫画会館, como se conoce en japonés, sea de los primeros en aparecer en esta serie recientemente inaugurada dedicada a museos y lugares emblemáticos relacionados con el manga. Y lo es porque fue ni más ni menos que el primer museo relacionado con el manga en abrir en Japón; concretamente fue inaugurado en el año 1966.

Rakuten Kitazawa, el dibujante al que está dedicado el museo

Vamos a ser claros: es solo recientemente, muy recientemente, que el manga por fin está consiguiendo la notoriedad que se merece en su país, Japón. Hasta bien entrados los años 90, el manga era considerado simple “subcultura”, algo que no merecía la atención ni el reconocimiento que bien merecía desde hacía décadas por su capacidad de entretener e influenciar a las masas, entre muchos otros méritos (y deméritos, claro). Ha sido solo a partir de los años 90, e incluso me atrevería a decir a partir de la entrada del siglo XXI, que por fin está habiendo reconocimiento y se han inaugurado museos y exposiciones especiales dedicados al manga o a artistas en concreto por toda la geografía japonesa.
Por eso tiene mérito que haya un museo con una historia que se remonta a más de 40 años atrás. Pero tiene un poco de trampa, ya que este centro está dedicado principalmente a la memoria de Rakuten Kitazawa, que, más que un simple mangaka, fue caricaturista, ilustrador y periodista, y sus obras más conocidas estuvieron dirigidas al público adulto y erudito. Sería un poco como, poniendo ejemplos patrios, serían Forges o El Perich –en contraposición a gente como Ibáñez o Vázquez, claro–. ¿Verdad que no os parecería raro que las autoridades pusieran dinero para un museo dedicado a Forges, pero sí os parecería rarísimo que lo hicieran para un museo dedicado a Vázquez? Pues eso. Lo mismo, pero en Japón.

El primer número de la revista Tokyo Puck

No quiero quitarle méritos a Rakuten, por supuesto, ya que fue una pieza fundamental para el establecimiento del arte del cómic en Japón, y de hecho tiene el honor de ser “el primer mangaka profesional de la historia”, como él mismo dijo. Nacido en 1876, aprendió el arte de la caricatura de un dibujante inglés llamado Frank A. Nankivell en Yokohama, cuando trabajaba para un periódico semanal en inglés llamado Box of Curios. A partir de ahí, su carrera progresó meteóricamente: el ilustre Yukichi Fukuzawa (el que presta su efigie a los billetes de 10.000 yenes, nada menos) decidió ficharle para su publicación Jiji Shinpo (Informativo sobre sucesos del momento), donde triunfó con la sección dominical Jiji Manga. Más tarde, Rakuten decidió fundar su propia revista, a la que tituló Tokyo Puck, con la que consiguió un éxito tremendo gracias a sus caricaturas políticas no exentas de polémica y mucha mala leche. Y así siguió, durante años y años, intercalando en su carrera un largo viaje a Europa (donde el gobierno francés le otorgó una medalla al mérito) y dedicándose de vez en cuando a la pintura tradicional japonesa. En sus últimos años de vida, Rakuten abrió su academia, en la que se esmeraría en formar a la nueva generación de caricaturistas japoneses.

Ejemplos de la sección Jiji Manga, realizada por Rakuten

El Museo municipal de arte tebeístico de Saitama (se llama así por expreso deseo póstumo del autor, que prefería que el centro se convirtiera en un motor para la promoción del arte tebeístico más que en una exaltación de su figura), se levantó encima de la propia casa de Rakuten, donada por su viuda. Aunque es un edificio moderno, en su interior se conservan perfectamente algunas estancias que utilizó el dibujante en su día, como por ejemplo su despacho, donde trabajaba, o el jardín. Está situado en un barrio precioso, el llamado “Bonsai-chō” o “barrio del bonsái”, que es donde en 1925 se instalaron muchos cultivadores de bonsáis provenientes de Tokio. Así, es una zona tranquilísima, con casas unifamiliares con su jardín, y mucha vegetación.
El Museo consta de dos pisos: en la planta baja encontramos el despacho de Rakuten, protegido por una mampara de cristal para que nadie pueda entrar; la recepción, donde uno puede comprar recuerdos o libros; una biblioteca con más de 3500 tomos de manga disponibles gratuitamente para leer in situ; el jardín (bastante pequeñito); y la sala dedicada a la vida y obra de Rakuten. La planta superior está dedicada íntegramente a las exposiciones temporales especiales relacionadas con el mundo del manga y la ilustración. Por lo que he visto, en esta sala se han realizado algunas exposiciones bastante interesantes sobre autores de manga concretos, pero cuando yo fui estaban expuestos los trabajos de un concurso juvenil del manga de la ciudad de Saitama y, francamente, no me inspiró para quedarme allí mucho rato.

El despacho de Rakuten, perfectamente conservado. Es un escaneo de un libro porque cuando fui daba el sol en el cristal que lo protege y casi no se veía nada. ¡Como para hacer fotos! XD

La sala dedicada a la vida y obra del autor, pues, es bastante típica en estos casos: en una zona se explica la biografía de Rakuten, paso a paso. En otra zona se presenta extensamente su obra, con varios ejemplares originales de periódicos o revistas en las que publicó y sus explicaciones correspondientes. Y en el centro, unas vitrinas con algunos efectos personales suyos (por ejemplo, le gustaba mucho la alfarería artística y tenía algunas piezas) y objetos conmemorativos, como la medalla del gobierno francés.

La sala dedicada a Rakuten, con muestras de su obra y objetos personales

¿Valoración personal? Pues la verdad, a no ser que uno sea un fanático del arte caricaturesco, no recomiendo mucho la visita, y además todas las exposiciones están íntegramente en japonés, por lo que si no se domina el idioma tampoco va a sacar gran cosa. Ahora bien, existe la opción de, nada más llegar, comprar el excelente catálogo del Museo titulado Kitazawa Rakuten, Founder of the Modern Japanese Cartoon por poco dinero (no recuerdo qué valía, pero rondaba solo los 1000 yenes por un libro a todo color de 60 páginas). El catálogo está en edición bilingüe japonés-inglés y es un repaso excelente y muy conciso de la vida y obra de Rakuten, con muchísimas ilustraciones de sus obras. Así, se puede seguir bien la exposición a medida que se hojea el catálogo. Para mí fue la gran compra del día, ya que no existen libros concisos sobre este autor en el mercado, solo hay grandes tochos infumables en japonés, a menudo en blanco y negro, y carísimos. Además, ya que la entrada al museo es gratuita, resulta muy fácil invertir en algo como esto.

Detalles de la exposición dedicada a Rakuten

Otro aspecto que destacaría es el agradabilísimo paseo que me di aquel día. Como me gusta caminar, en vez de ir directamente a la estación que queda más cerca, bajé en la estación de Omiya y fui andando. El trayecto entero dura unos 30 o 40 minutos y te da la posibilidad de atravesar un gran y precioso parque con un santuario sintoísta al que se llega después de recorrer una gran avenida llena de árboles. Además, el área de Bonsai-chō, donde está situado el museo, es muy bonita. Y, por si fuera poco, el hecho de bajar en Omiya me permitió descubrir una pequeña tienda estrechísima y curiosísima justo delante de la salida este donde venden todo tipo de muñequitos frikis vintage (sí, sí, de los años 60-70-80) que sería la perdición de cualquier amante de los muñecos y los juguetes. ¡Madre mía, menuda tienda!

El tranquilo y bonito barrio de Bonsai-chō, donde se sitúa este museo

Finalmente, si sois de esos a los que les encantan los trenes, tenéis suerte, porque a unos 30 o 40 minutos a pie en dirección oeste se encuentra el Museo del Ferrocarril. Yo no pude ir porque no tenía tiempo (ni tampoco me fascina demasiado el tema, la verdad), pero puede ser una visita muy interesante debido a la increíble cultura ferroviaria que tiene Japón. Además, es un museo muy nuevo y probablemente muy moderno, por lo que la visita a Omiya, a la que se puede sumar también la frikada del Museo John Lennon (por cierto, el único oficial y que cuenta con los objetos personales que pertenecen a su viuda Yoko Ono) puede ser una visita muy completa para un día en las cercanías de Tokio que no sepas muy bien qué hacer.

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viernes, 12 de junio de 2009

Nos deja un gran amigo

Nos duele en el alma tener que dar esta noticia. Esta madrugada nos ha dejado Alberto Aldarabí, afectuosamente conocido como “Tenchi”, a la tempranísima edad de 36 años.

Los últimos seis meses había estado luchando contra una enfermedad y, aunque parecía que la estaba venciendo, finalmente tuvo que rendirse. Desde aquí, un gran recuerdo para esta maravillosa persona siempre llena de alegría, concordia y una sonrisa y un consejo para todos. Por encima de todo, un gran, grandísimo amigo. Sin embargo, su obra queda viva para el recuerdo.

Como autor, realizó los tres libros de la serie Kanji en viñetas, junto a Marc Bernabé y Verònica Calafell, para Norma Editorial. Suyos son, entre otras partes de los libros, los divertidísimos “chascarrillos mnemotécnicos” que ayudan a memorizar las lecturas y significados de los correosos caracteres japoneses, así como los ingeniosos guiones de las páginas de manga que ilustran las tres obras.

Como traductor, destacó sobre todo en el campo del humor, en el que era un gran maestro para todos nosotros. Sin duda, y sin caer en las típicas exageraciones de este tipo de noticias-esquela, Alberto era el mejor traductor de manga humorístico de toda España. Su pérdida es enorme. En este campo destacan sobre todo Keroro (tanto el manga como el anime), donde contribuyó a crear la delirante “jerga” de las ranas protagonistas, y Lamu, serie que tradujo a partir del tomo 2 hasta el final con una maestría y una gracia indiscutibles, realizando adaptaciones a cuál más humorística de los ingeniosos chistes japoneses de Rumiko Takahashi. Su última contribución al mundo de la traducción la realizó el pasado 25 de mayo, cuando entregó el episodio 256 de Keroro anime, por lo que podemos decir que ha estado trabajando con energía y buen humor hasta el final.

Tenchi el pasado enero mostrando orgulloso su lámina dedicada por Mine Yoshizaki, el autor de Keroro

Otras traducciones suyas son Hayate, mayordomo de combate (cuyo título “en plan Bruguera” pensó él), Negima! (estos dos últimos en colaboración con Ayako Koike), Vietnam War, Dominion, la película Shin chan: el chuletón imposible y episodios sueltos de Shin chan, Cosas de locos, OVAs de Black Jack, etcétera. Su producción es más bien escasa puesto que en sus últimos tiempos prefirió priorizar su gran sueño, con lo que pudo disfrutar de dos intensos años en Japón, estudiando y haciendo (aún más) amigos. Nos alegramos de que lo hiciera y de que pueda llevarse consigo un saco de gratos recuerdos.

A nosotros nos quedará el tuyo, Alberto, para siempre. Descansa en paz.

ACTUALIZACIÓN
Acabo de recordar que Tenchi también sigue vivo en Street View de Google. Mirad, mirad, cómo le pillaron al malandrín: Street View Google.

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lunes, 8 de junio de 2009

Insects

  • Título: インセクツ –Insects–
  • Autor: Satoshi Sugiyama
  • Editorial: Gentōsha
  • Revista: Comic Birz
  • Años publicación: 2007-09
  • Clasificación: seinen, apocalíptico
  • Tomos: 4


Como mi buen amigo y compañero de fatigas en el mundo de la traducción de manga y anime Jesús tiene, entre otros hobbies, una gran afición por la entomología (véase su interesantísimo Entomoblog), siempre que veo algo relacionado con los bichos que pueda interesarle intento compartirlo con él. Y, claro está, yo cuando voy a Japón normalmente no me paseo por la sección de entomología de las librerías (no sabría ni por dónde empezar ni qué libros podrían interesarle a Jesús, además que me consta que él ya les da un “repaso” cada vez que va a Japón XD), así que normalmente lo que pasa es que, examinando las estanterías de la sección manga, me topo con algún título curioso que compartir con él. Esto pasó con Insect Detective Yoshida Yoshimi, del que aprovechamos para hacer reseña simultánea. La verdad, resulta muy interesante leer ambas reseñas, ya que los dos nos fijamos en cosas totalmente diferentes, él como entomólogo aficionado y yo como total profano: en Entomoblog y en MangaLand.
Hace varios meses vi en una librería una colección que por aquel entonces tenía 3 tomos, que tenía unas portadas muy sugerentes con enormes bichos paseándose una ciudad japonesa, y cuyo título era Insects. “¡Carnaza para Jesús!”, pensé. Así que, ni corto ni perezoso, le escribí un e-mail comentándole que había visto esta colección, pero que no tenía ni idea de qué iba ya que los tomos estaban retractilados. Al cabo de poco, Jesús fue a Japón y se compró los tomos; y hace muy poco salió el cuarto y último y también se lo agenció. Cuando los hubo leído, me los mandó a mí y aquí estoy, así que en esta ocasión también tenemos doble reseña: esta y la de Entomoblog. Para mantener la originalidad de mi reseña, no releeré la de Jesús hasta que haya finalizado de escribir la mía.

En fin, vamos a la reseña en sí. Insects, colección finalizada de cuatro volúmenes publicada entre 2007 y 2009 en la revista Comic Birz y firmada por Satoshi Sugiyama. Unos científicos se dedican a hacer unos experimentos con insectos: su intención es aumentar su tamaño para así conseguir cantidades razonables de cierta proteína que luego utilizarán para otra cosa. En fin, no recuerdo muy bien la base científica del manga, pero el caso es que los científicos quieren hacer bichos grandes. Pero luego ocurre un accidente y pierden el control: los bichos empiezan a hacerse cada vez mayores. De repente, llegan las Fuerzas de Autodefensa japonesas, que acordonan la zona, impiden que la gente salga de ella y empiezan a actuar de manera muy extraña; de hecho, vienen extraña y curiosamente preparados para hacer frente a cualquier contingencia que tenga que ver con bichos enormes.

Las Fuerzas de Autodefensa contra bichos gigantes. Moooola

Resumiendo, al cabo de poco descubrimos que todo es un enorme complot liderado por el viceprimer ministro japonés, cuyo objetivo es ser capaz de aumentar el tamaño de los insectos de una zona en concreto para que, como una enorme plaga, puedan acabar con posibles enemigos antes de perecer (ya que los bichos cuyo tamaño ha aumentado mueren naturalmente al cabo de pocos días y son incapaces de reproducirse). Es decir, desea conseguir una especie de terrible arma biológica en forma de macroinsectos y para ello usa como chivos expiatorios a los pobres científicos del principio, que cargan con toda la culpa ante los medios de comunicación. Qué malo maloso es el tío, ¿no? En fin, os podéis imaginar que la situación se le va un poquitíiiiin de las manos y que los insectos, que cada vez son mayores, se cargan al personal cosa linda y destrozan la ciudad a gusto. ¡El último insecto que aparece es un gigantesco mastodonte mayor incluso que Godzilla (un poco ‘sagerao’, pero bueno, también es muy japonés)!
La historia tiene varios personajes principales a los que el autor va enfocando sucesivamente: desde el viceprimer ministro hasta los científicos, pasando por el típico joven protagonista de los manga japoneses, Jun (que es hermano de uno de los científicos), la chica amiga del colegio de Jun, los miembros de las FF.AA. que se huelen algo sospechoso, etcétera. En definitiva, estamos ante un manga de terror y acción que, la verdad, no cansa nada de leer y además consta de cuatro tomos que van in crescendo y francamente engancha bastante. Pero no nos engañemos, esto es una película de clase B al uso, solo que en forma de manga, algo que me ha recordado mucho en esencia a King of Thorn (que casualmente tradujo Jesús): un puro producto de entretenimiento sin más.
El gran punto flaco del manga es sin duda el dibujo: Sugiyama no dibuja bien. Sus personajes son toscos y no les sabe imprimir “movimiento”. En las escenas estáticas sale relativamente airoso, pero cuando escenas en las que los personajes corren el efecto resulta hasta ridículo. Aunque hay que hacerle justicia y decir que su dominio de las técnicas cinematográficas es excelente: hay escenas en las que parece que, más que leyendo un manga, estemos viendo una película. Este manga sería un excelente storyboard, por cierto, pero como manga, en lo que respecta a dibujo, deja bastante que desear. Ojalá hubiera sido un dibujante un poco mejor el que hubiera hecho este manga, ya que seguramente eso le daría posibilidades de ser publicado en el extranjero y de cosechar cierto éxito, pero tal como está ahora dudo mucho que llegue a España y, si lo hace, creo que no venderá nada de nada. Los lectores españoles y los occidentales en general dan muchísima importancia al dibujo, por muy buena que sea la historia.
En fin, yo me lo pasé muy bien leyéndolo, ¿para qué mentir? La verdad es que de vez en cuando va bien leer algo light y sin más pretensiones. Incluso alguna vez Sugiyama consiguió arrancarme algún respingo en alguna escena con repugnantes bichos gigantes apareciendo de la nada para atacar a los personajes. ¿Qué tienen los bichos que da tanto repelús? XD

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martes, 2 de junio de 2009

Sakuran

  • Título: さくらん –Sakuran–
  • Autora: Moyoco Anno
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: Evening
  • Años publicación: 2001-03
  • Clasificación: josei, seinen
  • Tomos: 1


Hace ya bastante tiempo me leí este manga de prestado, pero ahora he podido releerlo gracias al regalo de Deirdre y Nerea de Pro Shoujo Spain (¡mil gracias por el detallazo!). Cuando me lo leí por primera vez, igual lo pillé en un mal momento porque por un lado no acabó de gustarme y por el otro hubo algunas escenas que no entendí debido a que los personajes utilizan una variedad del japonés arcaica y encima llena de nociones y conceptos muy del contexto en el que está enmarcada la obra y que desconocía. Ahora, tras la relectura, debo decir que me ha gustado mucho más y lo he pasado muy bien leyéndola, igual porque he pillado el libro con más ganas, porque estoy más rodado con el japonés arcaico después de enfrentarme a la traducción de obras como Ikkyū o Hanzō, o por una mezcla de los dos factores.
Sakuran es la historia de Kiyoha, una “dama de compañía” del barrio de placer de Yoshiwara, en la antigua Edo, durante la época de los samuráis. Aunque no se dice en la obra, calculo que se enmarca sobre el siglo XVIII o a principios del siglo XIX y también diré que, aunque en ningún momento se utiliza la palabra “geisha” en las páginas de este manga, la usaré para que podáis seguir fácilmente mi reseña. En vez de geisha, se usan otros conceptos y palabras que supongo eran los que se usaban en la época, siendo “geisha” una palabra más reciente que engloba a todas estas damas de compañía de hace 200 o 300 años. Uno de los conceptos que más se utilizan, por ejemplo, es el de oiran, que vendría a ser la geisha más cotizada y de más rango de cada una de las casas de placer. Solo las geishas más guapas, elegantes y exitosas podían llegar a ser la oiran de su local, lo que las erigía en la gran capitoste de todas las demás geishas, komuro (niñas que en un momento dado serían geishas), hikikomi (jovencitas que aún no están “en el mercado”) y shinzō (geisha recién puesta “en el mercado”).
Kiyoha es una geisha de lo más peculiar, con un carácter bastante violento y desenfadado muy poco propio de una chica de compañía, pero aun así, debido a su belleza y precisamente a su peculiar carácter, tiene mucho éxito entre los clientes. El tomo se abre con un episodio en el que la oiran del local muere a manos de un cliente enamorado de ella y, muy a su pesar y en contra de su voluntad, nombran oiran a Kiyoha. Es decir, que el manga empieza por el final. A partir de aquí, empieza el gran flashback que durará el resto del tomo y en el que se nos narra la vida de Kiyoha, desde que fue vendida al local cuando aún era solo una niña hasta que se convierte en una geisha cotizada, pasando claro está por el momento en el que la “venden” a su primer cliente en la ceremonia del mizuage.

Trabajando...

Actualmente se insiste mucho en decir que las geishas no son prostitutas, sino simples damas de compañía que charlan con los clientes, les distraen, les sirven copas, juegan con ellos y bailan y cantan para ellos. Son, como indica el nombre geisha (芸者) en japonés, “personas 者 artísticas 芸”. Ciertamente, esto es así actualmente, pero en el pasado, además de su arte y su porte, también vendían su cuerpo. Esta obra nos acerca de forma magistral a la forma de vida de estas chicas y a sus dramas internos: desde el esclavismo que representa su venta desde la más tierna infancia hasta el cautiverio total que sufrían detrás de las verjas y portones que mantenían cerrado el barrio de Yoshiwara, pasando por tórridos amoríos (incompatibles con la profesión, por supuesto) y disputas y peleas con las demás geishas del local. Moyoco Anno presenta un gran retrato de la vida en Yoshiwara de esa época muy bien documentado, con mucha gracia y simpatía y con el estilizado estilo de dibujo que caracteriza a la autora de Sugar Sugar Rune y Tokyo Style.
Clasifico este manga como seinen y como josei a la vez por varios motivos. Es seinen porque se publicó en la revista Evening, que es una publicación eminentemente para hombres. Es josei porque Moyoco Anno es una mujer y, como tal, tiene una manera particular de dibujar y presentar los argumentos, una manera que podríamos tildar sin tapujos de “femenina”. La temática también está bastante enfocada al público femenino, por lo que en este aspecto sería josei. Sin embargo, no por eso es una obra que no puedan disfrutar los hombres, ni mucho menos, por lo que, según mi manera de ver las cosas, estaría en la frontera entre el seinen y el josei, del mismo modo que ocurre con Tokyo Style (seinen porque se publicó en una revista seinen, pero josei “de corazón”). Pero bueno, al fin y al cabo esto de “seinen” y “josei” no son más que etiquetas y no creo que valga la pena devanarse los sesos en cosas así: lo importante es que la obra sea buena, y esta lo es.
Aunque Sakuran se compone de un solo tomo, Moyoco Anno retomó la obra en 2005 y empezó una segunda parte en la misma revista Evening, que de momento ha dejado inconclusa e inédita en formato libro. Por otro lado, a los curiosos les encantará saber que en 2007 se realizó una película de imagen real basada en este manga y con el mismo título.


Por cierto, si me permitís un comentario personal (bueno, al fin y al cabo este es un blog personal XD), durante mucho tiempo llegué a aborrecer el tema geishas porque me parecía una temática demasiado mistificada y ellas, demasiado encumbradas en el imaginario de la persona occidental media sobre todo por culpa de la novela y película Memorias de una geisha (¡cuánto daño hizo, y encima con una china en el papel protagonista!). Al fin y al cabo, las geishas no son más que un elemento arcaico dentro de una sociedad, la japonesa, en la que cada vez tienen menos cabida ya que están siendo desplazadas y absorbidas por la vorágine de la modernidad. Son básicamente fósiles de una época ya pasada y se están convirtiendo en simples iconos turísticos sin más valor que el que puede tener ver a un león en la jaula de un zoo (en contraposición a verlo en libertad en la sabana africana).
Sin embargo, esta opinión cambió bastante a raíz de un viaje increíble que tuve la enorme suerte de hacer hace un par de años en compañia de un matrimonio acaudalado que me contrató como cicerone e intérprete durante su viaje a Japón. En este viaje, entre muchas otras experiencias inolvidables que jamás habría imaginado que tendría, tuve la oportunidad de cenar en dos restaurantes de mega-lujo de Kioto, donde este matrimonio contrató a una maiko (aprendiz de geisha) la primera noche y a dos geishas la segunda, que tocaron y bailaron para nosotros. Fue entonces cuando mi opinión sobre las geishas cambió radicalmente, sobre todo gracias a la maiko. Su encanto, su arte para entablar conversación y su porte me dejaron fascinado. Hasta aquel momento, no entendía qué gracia podía tener una mujer maquillada totalmente de blanco, pero os juro que tras charlar un rato con ella eso se difuminó, dejó de tener importancia e incluso llegó a resultar atractivo. Francamente, no me extraña que tantos hombres se hayan enamorado de geishas a lo largo de los siglos. Y encima esa entonación al hablar, ese dialecto de Kioto tan dulce... ¡Buf, impresionante! A mis clientes les encantó la experiencia, claro, porque iban predispuestos favorablemente, pero yo iba en plan escéptico y al final quedé embelesado.

Mi dulce geisha (por cierto, si tenéis Spotify no os perdáis la canción del link, que es LA HOSTIA XDDDD)

Sigo considerando que las geishas son un elemento arcaico, pero ahora temo porque ocurrirá lo obvio, y es que se irán convirtiendo en puros reclamos turísticos. Con mucha pena escuché como la maiko me decía que estaba asistiendo a clases de inglés porque cada vez más venían extranjeros a contratarlas (sobre todo en grupo, con viajes organizados, ¡qué horror!) y necesitaba comunicarse con ellos. ¡Dios, si una de las gracias más evidentes es su entonación y su dulcísimo acento de Kioto! ¡No me las hagas hablar en inglés, que les quitas toda la gracia!
En fin, esta experiencia marcó un antes y un después en mi visión de las geishas y seguramente por eso, ahora que he releído Sakuran tras haberla tenido, me ha gustado e interesado muchísimo más que la primera vez.

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