lunes, 27 de abril de 2009

¿Onos sí u onos no? (2 de 2)

Sigo con el tema que dejé abierto sobre las onomatopeyas. A mi entender, si un manga se occidentaliza hay que retocar todas las onomatopeyas porque si no el efecto de ver las onos al revés es extraño para los que leemos japonés, y encima las editoriales originales japonesas, si no ocurre algún cataclismo o el enésimo ataque de Godzilla contra Tokio, nunca aceptarían que se hiciera así (como pasó con Card Captor Sakura).
¿Pero qué pasa con las onos si un manga se publica en sentido original japonés? En mi opinión, existen estas opciones:

A. Retoque total.

Se retocan todas las onomatopeyas.

Pros:
  1. Aparte del hecho de que se lea “al revés”, el manga se puede leer y disfrutar con total normalidad.
Contras:
  1. Resulta muy caro para la editorial ya que el grafista cobra más.
  2. Si el grafista no está a la altura, se siente mal pagado o trabaja con prisas, el resultado puede ser muy malo, con onomatopeyas feas, casi ilegibles y/o una reconstrucción del dibujo pésimamente hecha con la herramienta “clonar” de Photoshop tras borrar la ono original japonesa antes de poner en su lugar la española. O alternativamente, algunos grafistas colocan onos de tamaño enorme para tapar por completo la onomatopeya japonesa. Esta estrategia, la de usar onos grandes, puede ser letal para el dibujo en sí y tapar mucha parte del arte original, como ocurría en la primera edición de Rurouni Kenshin.
  3. Destrucción, en mayor o menor medida, del arte original. El propio diseño y dibujo de las onomatopeyas a menudo forma parte intrínseca del estilo de un autor y, como tal, alterarlas significa que el lector occidental no puede disfrutar al 100% de su arte. Por eso, incluso en los tiempos en los que prácticamente todo se occidentalizaba, había algunos autores que exigían que se mantuvieran las onomatopeyas originales, como Hiroaki Samura con La Espada del Inmortal o Hayao Miyazaki con Nausicaä del valle del viento.
Ejemplo de retoque total de onomatopeyas. Lamu es un ejemplo muy bueno de un excelente trabajo en este sentido, ya que la forma, el diseño y el “feeling” de la onomatopeya original se respetan al máximo al adaptarla al español, llegando incluso a usar incluso texturas, formas y efectos sacados directamente del original. Lo mismo ocurre con Keroro.

B. Retoque nulo.
No se retoca ninguna onomatopeya, excepto las que son relevantes o están dentro de bocadillos. Con onomatopeyas “relevantes” nos referimos por ejemplo a “suena el teléfono”, “llaman a la puerta”, se oye un ruido y uno de los personajes dice “¿qué ha sido ese ruido?”, etcétera. Cosas así. Aunque a veces, como traductores, nos encontramos que marcamos una ono para que la retoquen puesto que estimamos que resulta imprescindible para entender lo que está ocurriendo y luego el rotulista no la retoca por descuido, pereza, seguimiento al pie de la letra de órdenes editoriales poco meditadas (p. e. “no retoques NADA que esté fuera de un bocadillo”) o lo que sea... Y se pierde información por el camino.

Pros:
  1. La opción más barata para la editorial. Además, el tiempo que se tarda en rotular un tomo sin tener que retocar onomatopeyas es mucho menor, por lo que es posible publicar “más por menos”, lo que es una excelente noticia para el consumidor ya que se posibilita que se licencien y publiquen más títulos.
  2. El dibujo del mangaka queda intacto.
Contras:
  1. ¿Os imagináis cómo sería ver una película en la que solo escucháramos las voces de los actores y en cambio no pudiéramos escuchar los demás ruidos? Una taza posándose en el plato, un disparo, un frenazo, un portazo, unos pasos inquietantes, un solitario búho en medio de la noche... ¡Nos perderíamos todo esto! Para mí, como lector de manga en japonés, algo así es inadmisible. ¿Sois conscientes de la de información que os perderíais si las obras de Rumiko Takahashi hubiesen llegado a España sin las onomatopeyas retocadas? Takahashi en concreto es una maestra de las onos y los sonidos que expresan son vitales para la comprensión total de la obra. En Inu-yasha, por ejemplo (que se publica sin retoques de onos), nos perdemos latidos de corazón, jadeos, lobos ululando, gestos de sorpresa, golpecitos, el sonido (nade-nade) de la mano de Miroku al sobar a Sango, la sonora bofetada que le mete Sango a Miroku después... ¡Buf, de todo!
    Además, en japonés se distinguen dos tipos de onomatopeya: giongo (palabra que imita el sonido), que son las onomatopeyas como las conocemos en Occidente, y gitaigo (palabra que imita el estado), que son unas palabras que sugieren estados de ánimo, como por ejemplo kuta-kuta (estar muy cansado), fura-fura (estar mareado) o bero-bero (estar borracho). Takahashi, y muchos otros mangaka, manejan giongo y gitaigo con gran maestría.
    Y aunque alguien que no sepa japonés puede deducir que ese garabato enorme al fondo de la viñeta indica que “hay una explosión”, es casi imposible que deduzca, con solo verlas, lo que quieren decir las onomatopeyas gitaigo, muy utilizadas sobre todo en obras de humor. Esto ocurre también, como indica James McDohl en el primer comentario de la anterior entrada, en Gintama, donde os perdéis una cantidad ingente de información por culpa del no retoque de las onos. Los que no sabéis japonés, ¡no sabéis lo que os perdéis! ¡En serio!


Ejemplo de no adaptación en Bleach. En la primera viñeta parece claro que el brazo explota con un “booom”, en la secunda cae al suelo con un “plotch”, ¿pero qué hace en la cuarta? La ono “goso” indica un movimiento subrepticio, así que al leerlo en japonés entendemos que busca algo dentro de su kimono (yo pondría un “frus”). En la quinta, ¿qué hace? “Gasa” indica un movimiento rápido: se ha sacado algo del kimono (yo pondría “zis”). ¿Y en la última viñeta? Es difícil deducir que el sonido original (boko-boko-boko...) indica algo que burbujea: es decir, el lector japonés entiende que el brazo se regenera mientras emite un sonido burbujeante del tipo “blop blop blop”. ¿Lo habíais entendido así? Y esta es una página bastante sencilla de deducir, por cierto.

C. Técnica mixta.
Las onomatopeyas se dejan en japonés pero su traducción/adaptación/explicación se especifica de alguna forma. ¿De qué forma? Pues por ejemplo poniendo la ono española en formato pequeño (pero con un diseño igual al de una onomatopeya) por encima o a un lado de la ono japonesa, procurando tapar lo menos posible el dibujo. Esto es algo que Panini solía hacer antes de que Alejandro M. Viturtia se encargara de la línea manga (Viturtia es un occidentalista convencido y, aunque no llega a voltear los manga, su política es la de retocar todas las onos), hace también la editorial Kana en Francia y ha hecho Planeta en contadas ocasiones, como con Kamiyadori o Karin. Otra forma que he visto en algunas ediciones americanas es la de poner una notita al pie de cada viñeta en la que se indica, con una explicación, lo que expresa el sonido de la ono (es decir, en vez de poner “boom”, ponen “explosión”, algo que personalmente encuentro feo-feo).

Pros:
  1. Resulta barato para la editorial ya que no implica retoque gráfico en el sentido de que no hay que borrar las onos japonesas ni reconstruir el dibujo.
  2. Respeta el dibujo original.
  3. El lector obtiene la “banda sonora” del manga en su integridad y no se pierde ni un solo detalle.

Contras:

  1. En ciertas páginas el efecto puede ser muy abigarrado, con texto por todas partes.
  2. Si el rotulista no tiene gracia poniendo las onomatopeyas españolas o si usa un tipo de letra anodino, el efecto puede quedar bastante feúcho.

Ejemplo de técnica mixta en la edición de Panini de W Juliet. El resultado es limpio, queda bastante bonito y, sobre todo, no deja absolutamente nada a la imaginación del lector, ya que transmite perfectamente lo que la autora original quería transmitir.

Bueno, creo que queda claro que yo soy un ferviente partidario de la opción C, ¿verdad? Francamente, me parece la óptima (o la menos mala) y creo que es la que debería imponerse, aunque lamentablemente ahora mismo no hay ni una sola editorial (que yo sepa) que la haya adoptado, después de la decisión de Panini de decantarse por la opción A (cuando habían empezado con la C, sniffff).
Haciendo un recuento, Panini es claramente A; Glénat, Ivrea y Planeta (mayoritariamente en los últimos tiempos) son B; y Norma oscila entre la opción A y la B según el título. Planeta, por cierto, empezó como A, luego tuvo un tiempo cuando se decantaba por A o B según el título, y luego, en algunos títulos, muy pocos, adoptó la opción C. Actualmente parece haber apostado por la opción B en prácticamente todos sus títulos. Es de largo la editorial que más ha ido cambiando de criterio en este sentido. No tengo ahora a mano mangas de Dolmen, MangaLine, Ponent Mon o La Cúpula para comprobar qué opción adoptan, por cierto.
¿Y vosotros? ¿Qué opináis? ¿Qué opción os parece mejor?

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domingo, 26 de abril de 2009

¿Onos sí u onos no? (1 de 2)

En medio de tanta reseña, de vez en cuando está bien poner un artículo de opinión, ¿verdad? Esta vez me gustaría expresar mi postura sobre la conveniencia o no de retocar las onomatopeyas de los manga, que originalmente están en grafía japonesa (o coreana, en caso del manhwa).
Aunque quizás antes de eso debamos hablar sobre el controvertido tema de la occidentalización, ya que está directamente relacionado con la cuestión de las onomatopeyas. Como sabéis si no vivís en una burbuja aislada, los manga japoneses se publican “al revés” de cómo se publican aquí los libros y revistas. Esto es debido a la manera tradicional de escribir el japonés: de arriba abajo y de derecha a izquierda. Así, nuestra portada es la contraportada japonesa y viceversa. Asimismo, dentro de las páginas, las viñetas también se leen “al revés”, es decir, primero se lee la viñeta de la derecha arriba, se pasa a la que está a su izquierda y así. En fin, no descubro la sopa de ajo y en muchos manga se pone una nota explicativa con instrucciones en plan "Ojo, este libro se lee al revés", aunque quiero especificar todo esto por si algún día entra alguien desde Google o desde donde sea que no tiene ni idea de manga, para que no se piense que estoy escribiendo sobre alguna extraña secta en la que nos gusta leer los libros al revés para invocar a Satán o algo así. XD Por cierto, es importante constatar que el manhwa o cómic coreano se publica originalmente en sentido occidental de lectura, es decir que el tema de la occidentalización no se aplica en este caso.
Así pues, la primera cuestión es: ¿occidentalizamos un manga o no? Occidentalizar, por cierto, significa básicamente invertir todas las páginas como si las viéramos en un espejo para que el orden de lectura de las viñetas sea igual que el nuestro.

Pros:
  1. Hace accesible el título en concreto al público profano en manga, ya que se lee exactamente igual que cualquier cómic occidental o coreano.
Contras:
  1. Requiere un trabajo enorme de adaptación y rotulación, ya que no solo deben voltearse las páginas, sino que también deben adaptarse todas las onomatopeyas ya que de lo contrario quedarían “al revés” (como ocurrió con los primeros tomos de Card Captor Sakura, que fueron occidentalizados pero sin retoque de onomatopeyas, con el consiguiente estupor y temblores de la editorial japonesa al ver que todos los gritos y sonidos escritos en hiragana y katakana estaban volteados, y la obligación a la editorial española de retocar todas las onomatopeyas a partir del tomo 5 o 6).
  2. Este trabajo requiere mucho tiempo y habilidad, con lo que a) resulta mucho más caro; y b) si el rotulista/grafista al que se le ha encargado el trabajo no está a la altura, tiene un mal día o tiene que trabajar contra reloj por las prisas editoriales, el resultado puede dar mucho que desear.
  3. Todos los personajes diestros pasan a ser zurdos y todos los zurdos a diestros. Así, en Adolf versión española los nazis saludan alzando la mano izquierda y no la derecha; en Buda Siddharta nace por el costado izquierdo de su madre y no por el derecho (algo importantísimo históricamente, por cierto); y algunos casos de Detective Conan tienen que buscar a un diestro entre una multitud de zurdos, cuando obviamente el original dice justo lo contrario. Además, en los manga occidentalizados los japoneses conducen por la parte derecha de la carretera, como nosotros (cuando en realidad lo hacen por la izquierda, como los ingleses) y muchos otros ejemplos. Al traducir, por cierto, debemos transformar todos los “izquierda” por “derecha” y viceversa, con lo que la fidelidad se va a hacer puñetas en pos de la comprensibilidad y la coherencia con la imagen.
  4. Hay viñetas que son imposibles de voltear, como por ejemplo mapas (de un país, del mundo...) y gráficos varios. Así, hay que “re-voltearlos”, algo que solo puede hacerse cómodamente cuando la viñeta a “re-voltear” tiene una forma perfectamente cuadrada o rectangular, porque si tiene una forma rara hay que llamar a Houston y hacer mil tejemanejes.
  5. Los dibujantes japoneses plantean y conciben las páginas de sus obras con el orden oriental de lectura y hay veces en las que voltear una página se carga en gran parte el efecto que buscaba el dibujante, o bien el dibujo queda afeado o las acciones de los personajes, incomprensibles. Pongo esta razón en el puesto quinto desde el punto de vista de un lector, que no se fija demasiado en estas cosas, pero en la realidad, y por lo que he hablado con dibujantes (japoneses y patrios), estaría en el primer puesto para un dibujante, que por supuesto es quien sufre el síncope al ver lo tremendamente mal que queda esa página occidentalizada de su manga cuando en la versión original le había quedado tan resultona.


Ejemplo de occidentalización. Ojo a la viñeta “re-volteada” para mantener el efecto de los símbolos hiragana en los cubos. Detective Conan es un gran trabajo de adaptación gráfica para occidentalizar un tebeo.

Así, pues, yo le veo más contras que pros al hecho de occidentalizar, pero reconozco que en sus tiempos, en los inicios del manga en Occidente, occidentalizar era lo que más sentido tenía si se quería que el manga fuera accesible al gran público. Ahora, excepto casos muy puntuales en los que un manga se quiere comercializar con vistas a venderlo al que no es habitualmente consumidor de manga, ya no se hace con tanta frecuencia, primero porque el público “manguero” ya está acostumbrado a leer “al revés” y segundo porque económicamente hablando occidentalizar es carísimo y, desde el punto de vista de una editorial, si te lo puedes ahorrar porque el público lo permite (y encima lo exige), mejor que mejor.

Vaya, esto me está quedando mucho más largo de lo que creía. Mejor lo dejo aquí y sigo mañana o pasado, ¿vale? Esta vez sí, entrando en el tema de si conviene retocar las onomatopeyas o no. En el caso de este primera parte, ¿vosotros qué opináis: occidentalización sí u occidentalización no?

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lunes, 20 de abril de 2009

Oh! Tōmei Ningen (¡Oh! Hombre invisible)

  • Título: Oh!透明人間 –Oh! Tōmei ningen– (¡Oh! Hombre invisible)
  • Autor: Yasuhiro Nakanishi
  • Editorial: Kōdansha
  • Revista: Shōnen Magazine
  • Años publicación: 1982-87
  • Clasificación: shōnen
  • Tomos: 11

Sigo enfrascado y más enfrascado... ¡Menudos mesecitos llevo! Por suerte para mi salud mental, esto parece tener fecha de caducidad y ya pronto podré disfrutar de un poco más de tiempo para dedicarlo a leer manga y comentarlo en este blog. Por cierto, este miércoles pasado estuve en Huelva dando una conferencia. Siento no haber avisado antes, pero es que el viaje no se decidió hasta el último momento. A todo esto, la madre de mi futura hija (ups, lo he dicho como quien no quiere la cosa ^_^), Verónica Calafell, dará una conferencia este jueves 23 de abril en Vigo. Tenéis más info en el Blog Manga de Norma por si queréis pasaros.
En fin, vamos a lo que nos incumbe, que es la reseña de manga. A veces me entero de la existencia de mangas curiosos por vías poco ortodoxas, y este es el caso Oh! Tōmei ningen. Me explico: hace unas semanas estuve traduciendo el tomo 9 de Kurosagi servicio de entrega de cadáveres, y en él había una historia sobre un tío que consigue crear un traje con el que volverse invisible y tal. En fin, no os contaré nada más, ya lo leeréis dentro de poco cuando se publique el tomo en España. El caso es que cuando le preguntan al colega cuál fue la motivación o lo que le inspiró que le llevó a crear ese traje de invisibilidad, en vez de decir Ghost in the Shell, que sería lo obvio (como afirman los propios personajes de Kurosagi), el tío menciona Oh! Tōmei ningen.
En fin, me picó la curiosidad y, como estaba en Japón en esos momentos, poco tiempo me faltó para conseguir un ejemplar del tomo 1 de esta serie de 11 volúmenes publicada en los años 80. Y, madre mía, ¡qué manga más picantillo! No llega a ser un hentai, pero se le acerca.

Cualquier excusa es buena para enseñar cacho ^_^

El argumento es básicamente una excusa para meter al protagonista en situaciones picantes y para enseñar cacho de las protagonistas femeninas, como tantísimos otros mangas, ¡pero la gracia de este es que es un manga de los años 80 y que se publicó en una revista infantil-juvenil como es la Shōnen Magazine! Ahora no creo que fueran capaces de publicar un manga en el que aparecen tetas y culos a cada momento en la misma Magazine, la verdad, pero es curioso ver lo muy “liberales” que ya eran los japoneses en los años 80. Aunque, pensándolo bien, Harenchi Gakuen (La escuela indecente) de Go Nagai también es muy bruto en este sentido, por lo que se puede pensar que los japoneses se han vuelto más mojigatos de lo que eran, ¿no?
El argumento nos presenta a Tooru, un chico enclenque que, por circunstancias que no se nos explican, acaba viviendo en casa de su tía, que vive con la abuela y que tiene tres hijas: una niña pequeña llamada Rumi, una adolescente bastante “madurita” para su edad de nombre Yoshie y Aiko, una veinteañera muy guapa pero muy tranquila que, para que os hagáis una idea, recuerda a Kasumi de Ranma ½. ¡O sea, todo mujeres!
El caso es que Tooru odia las huevas de salmón, un exquisito manjar japonés, pero en un momento dado se ve obligado a comerlas... ¡Con el resultado de que se vuelve invisible! Así es, las huevas de salmón tienen este efecto en Tooru, que a partir de ese momento se volverá invisible cada dos por tres con el objetivo de hacer todo tipo de “guarreridas niponas” sobre todo ante Yoshie, que no duda en quedarse en cueros a la mínima.
Estamos ante una comedia picante bastante divertida y, sobre todo, muy guarrilla. Un shōnen entretenido que dudo mucho que jamás salga de las fronteras de Japón. Por cierto, este manga tiene una secuela, llamada Oh! Tōmei ningen 21, que consta de 8 tomos y que fue publicada en la revista Super Jump de Shūeisha entre 2002 y 2006 que sin duda fue pensada para esos treintañeros que en su infancia disfrutaron como enanos de las aventuras guarrillas de Tooru.

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martes, 7 de abril de 2009

Adivina qué mangaka es (XIII)

Una entrega más de la mítica sección “Adivina qué mangaka es”. Últimamente ya no es tan fácil adivinar a los autores que pongo, ¿verdad? Normal, porque los autores más candentes del momento son generalmente muy jóvenes y los mangaka clásicos la verdad es que son casi completos desconocidos en nuestros lares. Pero bueno, no pasa nada, porque aunque no podáis adivinar quién es el de la foto de “juventud” ni lo reconozcáis tampoco en la foto “actual” no pasa nada. Eso sí, aprovechad para hacer culturilla manga y conocer más sobre los autores clásicos, que vale la pena. Veamos al invitado de hoy:


¿Lo sabes? Si no, no tienes más que hacer clic en el link de "Leer el post entero" de aquí debajo y lo sabrás enseguida...

Time machine: 41 años más tarde...

¡Loor al maestro!

Os presento a Tetsuya Chiba, uno de los más destacados autores del género “spokon” del mundo mundial. Su obra más famosa ya la comenté en su día en el blog. Estoy hablando de Ashita no Joe (dibujo de Chiba y guión de Kajiwara), manga y anime míticos donde los haya y que, junto a Kyojin no Hoshi (también guionizado por Kajiwara, aunque dibujado por otro autor), marcaron un brutal punto de inflexión en el manga shōnen. El manga actual no sería el que es si no hubiese existido Joe, “el campeón”.
Tetsuya Chiba nació en 1939 y, como tantos otros mangaka de su época, primero se dedicó al shōjo –en los albores del género allá en los años 50, casi todos los autores de manga para chicas eran hombres– para luego pasarse al shōnen y posteriormente al seinen. Además de Ashita no Joe (guionizada por Asao Takamori, A.K.A. Ikki Kajiwara), en su obra destacan Harris no Kaze (El vendaval del colegio Harris, de un gamberro en un colegio), Ore wa Teppei (Yo soy Teppei, también de un gamberrillo), Notari Matsutarō (Matsutarō el tranquilón, de sumo) y Ashita tenki ni naare (Que haga buen tiempo mañana, de golf).
La primera foto está sacada de la solapa de Harris no Kaze, de 1967, cuando Chiba tenía 28 años. La segunda es de 2008, cuando el sensei tenía ya 69 añitos.
Pues nada, me voy unos días de vacaciones de Semana Santa. ¡Ahí os quedáis, que yo estoy agotado y necesito unos días de desconexión! XD

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miércoles, 1 de abril de 2009

Embalming –The another tale of Frankenstein–

  • Título: エンバーミング Embalming –The another tale of Frankenstein–
  • Autor: Nobuhiro Watsuki
  • Editorial: Shūeisha
  • Revista: Jump SQ
  • Años publicación: 2007-?
  • Clasificación: shōnen, seinen
  • Tomos: 1 (en curso)

Embalming, el nuevo manga de Nobuhiro "Rurouni Kenshin" Watsuki después de Busō Renkin, tuvo el honor de protagonizar la primera portada de la nueva y exitosa revista de Shūeisha Jump SQ, en el mercado desde noviembre de 2007, una revista cuyo elenco de mangaka es realmente apabullante y que cuenta con una calidad, al menos gráfica, deliciosa. Sin duda alguna, se trata de una digna hermana mayor de la Shōnen Jump.
La verdad es que Watsuki parece ser el típico caso de mangaka cuya primera obra determina toda su carrera, ya que desde que consiguió el éxito indiscutible con Rurouni Kenshin ninguna otra de sus historias ha conseguido tener mucho éxito. Embalming, en mi opinión, no es ninguna excepción ya que, a pesar de estar muy bien dibujado, con el atractivo estilo de Watsuki, el argumento no acompaña mucho.
La acción de este manga transcurre en una Europa imaginaria de finales del siglo XIX, una Europa en la que Victor Frankenstein existió en la realidad y tuvo éxito en sus experimentos de crear un hombre artificial, el monstruo de Frankenstein. Así, en este mundo, la tecnología para crear estos seres (llamados “Frankensteins” en el manga) existe y es utilizada con cierta profusión. Al parecer, Embalming narra varias historias separadas que tienen que ver con los Frankensteins, aunque el tomo 1, que es el que me he leído, está casi íntegramente dedicado a una sola de estas historias, la de Fury Flatliner, un joven que de niño sufrió el ataque de un Frankenstein junto a su amigo Allen y que posteriormente es adoptado como sirviente por la familia Weiss junto a Allen.

En lo que se refiere a dibujo, Watsuki está evolucionando muy bien

A mí la historia me pareció más bien confusa y la verdad es que se me hizo pesada de seguir. No llega a estar mal y seguramente tendrá sus fans, pero no me pareció muy original ni especialmente bien narrado, aunque es cierto que el dibujo de Watsuki es muy atractivo y a los fans de su arte les encantará. Por cierto, al término de cada episodio se incluyen extensas notas de Watsuki sobre los personajes y el argumento, así como “conversaciones” entre los personajes en las que se aclaran varios aspectos sobre la cultura europea de finales del siglo XIX (desde el punto de vista de un traductor, una verdadera pesadilla XD). En definitiva, en mi opinión este es un manga más, en absoluto destacable, pero que debido a su temática de acción, su atractivo dibujo y el nombre de su autor, seguramente llegará a Europa y posiblemente gozará de una versión animada.

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