viernes, 22 de mayo de 2009

Ijiwaru baasan (La abuela tocanarices)

  • Título: いじわるばあさん –Ijiwaru baasan– (La abuela tocanarices)
  • Autor: Machiko Hasegawa
  • Editorial: Shimai-sha
  • Revista: Periódico Sunday Mainichi
  • Años publicación: 1966-71
  • Clasificación: humor, costumbrista
  • Tomos: 6
Ijiwaru baasan (La abuela tocanarices) es la segunda obra más emblemática de Machiko Hasegawa después de la icónica Sazae-san. Solo se publicó durante cinco años y solo los domingos, en la edición dominical del periódico Mainichi, por lo que su recopilación original se realizó en seis tomos de unas 100 páginas (existe una edición en formato bolsillo con cuatro tomos). Actualmente ambas ediciones se encuentran descatalogadas, pero no creo que tarden en reeditar la serie en estos u otros formatos (un tomo de 600 páginas con la obra completa sería fantástico, por ejemplo).
A pesar de su relativamente corta duración, esta serie ha conseguido hacerse con un lugar en el corazón de los japoneses, y ha sido convertida varias veces en serie de imagen real y anime. ¿Y de qué va? Pues son tiras de cuatro viñetas protagonizadas por una abuela con muy mala baba. Y es que la señora Ishi Ijiwaru, pese a su avanzada edad, tiene un gusto por tocar las narices ajenas al que resulta difícil... ¡Resistirse! Y es que los chistes son divertidísimos.
Seguro que todos conocéis alguna vieja de vuestro pueblo o vecindario que está amargada y se dedica a tocar las narices o a despotricar de los demás. Pues en Japón, y supongo que en todo el mundo, también existen las viejas amargadas. Ijiwaru baasan nos cuenta las peripecias de una de ellas, que básicamente se dedica a tocar las narices al personal en plan Daniel el travieso versión sénior. Los chistes son divertidísimos y con muy mala leche, aunque es justo decir que todos ellos tienen un humor bastante blanco. Y es que da la sensación de que Hasegawa estaba un poco cansada de tanta “buena persona” y tanta moralina en sus obras y quiso buscar un revulsivo. ¡Y vaya si lo encontró! XD

Viñeta 1: Amarás a tus enemigos, ¿de acuerdo? / Sí.
Viñeta 2: ¡Ya sé! Haré las paces con Oyae.
Viñeta 3: Ahí está.
Viñeta 4: ¡Oyaeee! ¡Oyaeeee! / Cartel: Casa de empeños

Sin embargo, el mérito de la serie no es solo presentar las gamberradas de la vieja Ishi sin más, y es que hay veces en las que la tira sorprende al lector con escenas en las que a la abuela le sale el tiro por la culata, o la vemos triste porque todo el mundo la evita o le echa las culpas (incluso cuando no tiene la culpa de algo), o hace alguna buena acción (generalmente por error, pero a veces incluso de buen grado). Por otro lado, Ishi adora a los animales, especialmente a los gatos, o sea que tiene una faceta buena también.
Al contrario que Sazae-san, Ijiwaru baasan me parece una obra perfectamente exportable ya que el humor que protagoniza es muy universal y no se basa en hechos concretos de un momento histórico ni nada. Es simple humor sin complicaciones. Otra cosa, claro, es que los herederos de Machiko Hasegawa den su consentimiento para publicarla fuera de Japón, que por lo que se puede deducir de lo celosos que parecen ser que probablemente es complicado...
En definitiva, estamos ante una serie muy divertida y familiar de humor blanco que, si hubiese sido americana y no japonesa, ahora tendría una edición estupenda en España al igual que la tienen tiras de periódico americanas como Peanuts, Popeye, Garfield, Rip Kirby, Terry y los piratas, Flash Gordon o tantas otras. Y es que aunque parezca que el manga se esté comiendo el mundo del cómic, aún hay muchísima poca cultura sobre los verdaderos clásicos japoneses en Occidente. Cabe decir, sin embargo, que al menos un volumen de esta serie fue publicado en la colección de manga en versión bilingüe (texto en bocadillos en inglés, al margen en japonés) de Kōdansha International en el año 2001, con el título de Granny Mischief, por lo que el dique no está seco del todo.

4 comentarios:

Raúl Izquierdo dijo...

¡Grande "Ijiwaru baasan"! Un no parar de reír con la abuela, tanto cuando putea a su familia o a la gente del barrio, como cuando le sale mal la jugada y acaba haciéndoles un favor (lo que le jode a la mujer, XD).

En cierto modo, recuerda a "Doña Urraca", sólo que ésta ya se le veía en la cara que iba a mala leche, mientras que "la abuela cabrona" (me gusta más así, XD) tiene pinta de ser una anciana adorable de buen corazón... y luego resulta que nada más lejos de la realidad, ja, ja.

Yo también creo que, de poder editarse -que me temo que no-, con un poco de promoción y el posterior boca a boca -que lo habría y probablemente muy positivo- podría venderse bien. He leído los tres tomos de alrededor de 130 páginas que salieron y todas, absolutamente todas las tiras te provocan una sonrisa. Humor blanco, blanquísimo, pero también fino, finísimo.

Una lectura imprescindible dentro del manga humorístico y del manga clásico. Y me da igual si me llaman exagerado, ea, :p

Battosai dijo...

Parece divertida.

Sobre lo de los herederos... poderoso caballero es Don Dinero. Todo es ponerse.

Marc dijo...

Sobre el tema herederos (bueno, los derechos de las obras de Hasegawa han pasado a su Museo, o sea que es el museo el heredero), la verdad es que mientras no les falte el dinero no creo que bajen del burro.
Y no sé lo que perciben por la emisión de cada episodio de Sazae-san por la tele, pero imagino que algún que otro milloncejo de yenes cae cada semana. Multiplícalo por las 52 semanas del año, durante 40 años enteros, y luego súmale el uso de los personajes en publicidad (Tôshiba, por ejemplo), los ingresos por derechos de autor de los libros (muchos millones de ejemplares vendidos), las entradas al museo (600 yenes por barba), etc. y, francamente, el dinero que podrían sacar con ediciones extranjeras de las obras parece calderilla al lado de tantísima guita.
O sea que no, no creo que bajen del burro al menos a corto / medio plazo.

Marc dijo...

Raúl, "La abuela cabrona" me gusta, así como "La abuela tocapelotas", pero claro, tenía que buscar un título más neutro, ja ja! Y te doy la razón en todo lo que dices, ¡hala!