Sigo con el tema que dejé abierto sobre las onomatopeyas. A mi entender, si un manga se occidentaliza hay que retocar todas las onomatopeyas porque si no el efecto de ver las onos al revés es extraño para los que leemos japonés, y encima las editoriales originales japonesas, si no ocurre algún cataclismo o el enésimo ataque de Godzilla contra Tokio, nunca aceptarían que se hiciera así (como pasó con Card Captor Sakura).
¿Pero qué pasa con las onos si un manga se publica en sentido original japonés? En mi opinión, existen estas opciones:
A. Retoque total.
Se retocan todas las onomatopeyas.
Pros:
B. Retoque nulo.
No se retoca ninguna onomatopeya, excepto las que son relevantes o están dentro de bocadillos. Con onomatopeyas “relevantes” nos referimos por ejemplo a “suena el teléfono”, “llaman a la puerta”, se oye un ruido y uno de los personajes dice “¿qué ha sido ese ruido?”, etcétera. Cosas así. Aunque a veces, como traductores, nos encontramos que marcamos una ono para que la retoquen puesto que estimamos que resulta imprescindible para entender lo que está ocurriendo y luego el rotulista no la retoca por descuido, pereza, seguimiento al pie de la letra de órdenes editoriales poco meditadas (p. e. “no retoques NADA que esté fuera de un bocadillo”) o lo que sea... Y se pierde información por el camino.
Pros:
C. Técnica mixta.
Las onomatopeyas se dejan en japonés pero su traducción/adaptación/explicación se especifica de alguna forma. ¿De qué forma? Pues por ejemplo poniendo la ono española en formato pequeño (pero con un diseño igual al de una onomatopeya) por encima o a un lado de la ono japonesa, procurando tapar lo menos posible el dibujo. Esto es algo que Panini solía hacer antes de que Alejandro M. Viturtia se encargara de la línea manga (Viturtia es un occidentalista convencido y, aunque no llega a voltear los manga, su política es la de retocar todas las onos), hace también la editorial Kana en Francia y ha hecho Planeta en contadas ocasiones, como con Kamiyadori o Karin. Otra forma que he visto en algunas ediciones americanas es la de poner una notita al pie de cada viñeta en la que se indica, con una explicación, lo que expresa el sonido de la ono (es decir, en vez de poner “boom”, ponen “explosión”, algo que personalmente encuentro feo-feo).
Pros:
Contras:
Bueno, creo que queda claro que yo soy un ferviente partidario de la opción C, ¿verdad? Francamente, me parece la óptima (o la menos mala) y creo que es la que debería imponerse, aunque lamentablemente ahora mismo no hay ni una sola editorial (que yo sepa) que la haya adoptado, después de la decisión de Panini de decantarse por la opción A (cuando habían empezado con la C, sniffff).
Haciendo un recuento, Panini es claramente A; Glénat, Ivrea y Planeta (mayoritariamente en los últimos tiempos) son B; y Norma oscila entre la opción A y la B según el título. Planeta, por cierto, empezó como A, luego tuvo un tiempo cuando se decantaba por A o B según el título, y luego, en algunos títulos, muy pocos, adoptó la opción C. Actualmente parece haber apostado por la opción B en prácticamente todos sus títulos. Es de largo la editorial que más ha ido cambiando de criterio en este sentido. No tengo ahora a mano mangas de Dolmen, MangaLine, Ponent Mon o La Cúpula para comprobar qué opción adoptan, por cierto.
¿Y vosotros? ¿Qué opináis? ¿Qué opción os parece mejor?
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A. Retoque total.
Se retocan todas las onomatopeyas.
Pros:
- Aparte del hecho de que se lea “al revés”, el manga se puede leer y disfrutar con total normalidad.
- Resulta muy caro para la editorial ya que el grafista cobra más.
- Si el grafista no está a la altura, se siente mal pagado o trabaja con prisas, el resultado puede ser muy malo, con onomatopeyas feas, casi ilegibles y/o una reconstrucción del dibujo pésimamente hecha con la herramienta “clonar” de Photoshop tras borrar la ono original japonesa antes de poner en su lugar la española. O alternativamente, algunos grafistas colocan onos de tamaño enorme para tapar por completo la onomatopeya japonesa. Esta estrategia, la de usar onos grandes, puede ser letal para el dibujo en sí y tapar mucha parte del arte original, como ocurría en la primera edición de Rurouni Kenshin.
- Destrucción, en mayor o menor medida, del arte original. El propio diseño y dibujo de las onomatopeyas a menudo forma parte intrínseca del estilo de un autor y, como tal, alterarlas significa que el lector occidental no puede disfrutar al 100% de su arte. Por eso, incluso en los tiempos en los que prácticamente todo se occidentalizaba, había algunos autores que exigían que se mantuvieran las onomatopeyas originales, como Hiroaki Samura con La Espada del Inmortal o Hayao Miyazaki con Nausicaä del valle del viento.
Ejemplo de retoque total de onomatopeyas. Lamu es un ejemplo muy bueno de un excelente trabajo en este sentido, ya que la forma, el diseño y el “feeling” de la onomatopeya original se respetan al máximo al adaptarla al español, llegando incluso a usar incluso texturas, formas y efectos sacados directamente del original. Lo mismo ocurre con Keroro.
B. Retoque nulo.
No se retoca ninguna onomatopeya, excepto las que son relevantes o están dentro de bocadillos. Con onomatopeyas “relevantes” nos referimos por ejemplo a “suena el teléfono”, “llaman a la puerta”, se oye un ruido y uno de los personajes dice “¿qué ha sido ese ruido?”, etcétera. Cosas así. Aunque a veces, como traductores, nos encontramos que marcamos una ono para que la retoquen puesto que estimamos que resulta imprescindible para entender lo que está ocurriendo y luego el rotulista no la retoca por descuido, pereza, seguimiento al pie de la letra de órdenes editoriales poco meditadas (p. e. “no retoques NADA que esté fuera de un bocadillo”) o lo que sea... Y se pierde información por el camino.
Pros:
- La opción más barata para la editorial. Además, el tiempo que se tarda en rotular un tomo sin tener que retocar onomatopeyas es mucho menor, por lo que es posible publicar “más por menos”, lo que es una excelente noticia para el consumidor ya que se posibilita que se licencien y publiquen más títulos.
- El dibujo del mangaka queda intacto.
- ¿Os imagináis cómo sería ver una película en la que solo escucháramos las voces de los actores y en cambio no pudiéramos escuchar los demás ruidos? Una taza posándose en el plato, un disparo, un frenazo, un portazo, unos pasos inquietantes, un solitario búho en medio de la noche... ¡Nos perderíamos todo esto! Para mí, como lector de manga en japonés, algo así es inadmisible. ¿Sois conscientes de la de información que os perderíais si las obras de Rumiko Takahashi hubiesen llegado a España sin las onomatopeyas retocadas? Takahashi en concreto es una maestra de las onos y los sonidos que expresan son vitales para la comprensión total de la obra. En Inu-yasha, por ejemplo (que se publica sin retoques de onos), nos perdemos latidos de corazón, jadeos, lobos ululando, gestos de sorpresa, golpecitos, el sonido (nade-nade) de la mano de Miroku al sobar a Sango, la sonora bofetada que le mete Sango a Miroku después... ¡Buf, de todo!
Además, en japonés se distinguen dos tipos de onomatopeya: giongo (palabra que imita el sonido), que son las onomatopeyas como las conocemos en Occidente, y gitaigo (palabra que imita el estado), que son unas palabras que sugieren estados de ánimo, como por ejemplo kuta-kuta (estar muy cansado), fura-fura (estar mareado) o bero-bero (estar borracho). Takahashi, y muchos otros mangaka, manejan giongo y gitaigo con gran maestría.
Y aunque alguien que no sepa japonés puede deducir que ese garabato enorme al fondo de la viñeta indica que “hay una explosión”, es casi imposible que deduzca, con solo verlas, lo que quieren decir las onomatopeyas gitaigo, muy utilizadas sobre todo en obras de humor. Esto ocurre también, como indica James McDohl en el primer comentario de la anterior entrada, en Gintama, donde os perdéis una cantidad ingente de información por culpa del no retoque de las onos. Los que no sabéis japonés, ¡no sabéis lo que os perdéis! ¡En serio!
Ejemplo de no adaptación en Bleach. En la primera viñeta parece claro que el brazo explota con un “booom”, en la secunda cae al suelo con un “plotch”, ¿pero qué hace en la cuarta? La ono “goso” indica un movimiento subrepticio, así que al leerlo en japonés entendemos que busca algo dentro de su kimono (yo pondría un “frus”). En la quinta, ¿qué hace? “Gasa” indica un movimiento rápido: se ha sacado algo del kimono (yo pondría “zis”). ¿Y en la última viñeta? Es difícil deducir que el sonido original (boko-boko-boko...) indica algo que burbujea: es decir, el lector japonés entiende que el brazo se regenera mientras emite un sonido burbujeante del tipo “blop blop blop”. ¿Lo habíais entendido así? Y esta es una página bastante sencilla de deducir, por cierto.
C. Técnica mixta.
Las onomatopeyas se dejan en japonés pero su traducción/adaptación/explicación se especifica de alguna forma. ¿De qué forma? Pues por ejemplo poniendo la ono española en formato pequeño (pero con un diseño igual al de una onomatopeya) por encima o a un lado de la ono japonesa, procurando tapar lo menos posible el dibujo. Esto es algo que Panini solía hacer antes de que Alejandro M. Viturtia se encargara de la línea manga (Viturtia es un occidentalista convencido y, aunque no llega a voltear los manga, su política es la de retocar todas las onos), hace también la editorial Kana en Francia y ha hecho Planeta en contadas ocasiones, como con Kamiyadori o Karin. Otra forma que he visto en algunas ediciones americanas es la de poner una notita al pie de cada viñeta en la que se indica, con una explicación, lo que expresa el sonido de la ono (es decir, en vez de poner “boom”, ponen “explosión”, algo que personalmente encuentro feo-feo).
Pros:
- Resulta barato para la editorial ya que no implica retoque gráfico en el sentido de que no hay que borrar las onos japonesas ni reconstruir el dibujo.
- Respeta el dibujo original.
- El lector obtiene la “banda sonora” del manga en su integridad y no se pierde ni un solo detalle.
Contras:
- En ciertas páginas el efecto puede ser muy abigarrado, con texto por todas partes.
- Si el rotulista no tiene gracia poniendo las onomatopeyas españolas o si usa un tipo de letra anodino, el efecto puede quedar bastante feúcho.
Ejemplo de técnica mixta en la edición de Panini de W Juliet. El resultado es limpio, queda bastante bonito y, sobre todo, no deja absolutamente nada a la imaginación del lector, ya que transmite perfectamente lo que la autora original quería transmitir.
Bueno, creo que queda claro que yo soy un ferviente partidario de la opción C, ¿verdad? Francamente, me parece la óptima (o la menos mala) y creo que es la que debería imponerse, aunque lamentablemente ahora mismo no hay ni una sola editorial (que yo sepa) que la haya adoptado, después de la decisión de Panini de decantarse por la opción A (cuando habían empezado con la C, sniffff).
Haciendo un recuento, Panini es claramente A; Glénat, Ivrea y Planeta (mayoritariamente en los últimos tiempos) son B; y Norma oscila entre la opción A y la B según el título. Planeta, por cierto, empezó como A, luego tuvo un tiempo cuando se decantaba por A o B según el título, y luego, en algunos títulos, muy pocos, adoptó la opción C. Actualmente parece haber apostado por la opción B en prácticamente todos sus títulos. Es de largo la editorial que más ha ido cambiando de criterio en este sentido. No tengo ahora a mano mangas de Dolmen, MangaLine, Ponent Mon o La Cúpula para comprobar qué opción adoptan, por cierto.
¿Y vosotros? ¿Qué opináis? ¿Qué opción os parece mejor?